domingo, 10 de abril de 2011







OMG cuantas veces no nos hemos sentido extremadamente insignificantes como se sintió Natalie Portman en esta película. Verdejamente no hay que ser bailarina para reconocer que la presión que se tiene cuando deseamos que nos tomen en consideración o simplemente ser parte de algo. Que nos vean con otros ojos de que si servimos para lago y podemos llegar a ser alguien. ¡Escógeme a mí! ¡Considérame! ¡No me tengas en poco!

Nuestra competencia esta en todas partes puede ser desde tu mejor amiga, tu compañera/o de clase, cualquier persona que te pase por el lado con una cara sospechosa o a lo mejor es aquel que cuando lo/a miraste se rio en tu cara, incluso hay días que hasta el perro es tu competencia tus familiares que horror, verdad.

Sabes cual es horror mas grande que se presenta clarísimo en esta peli bueno ni tan claro es simple que una persona que piensa de esta extremadamente mal de la mente. Es decir necesitas un sicólogo antes de que sea demasiado tarde y te conviertas en un cisne negro.

No mentira no te vas a convertir en nada lo que esta película trata de decirnos es simple nuestra propia competencia somos nosotros mismos. Cuantas veces estuvo Natalie tratando de luchar, sobrepasar las otras chicas, culpándolas por sus propios errores y tratando de superarlas por para ella esas personas eran su competencia, su debilidad, su falta de animo o lo que sea. Y no es hasta lo último donde descubre que su peor enemiga era ella misma.

La metáfora es sencilla nuestra autoestima esta tan baja, estamos tan lleno/as de dudas, inseguridad, miedo, timidez y eso no nos deja mostrar nuestros talentos y virtudes convirtiéndonos en personas insignificantes cuando en realidad somos personas maravillosas, excepcionales y únicas. Entonces comenzamos a echarle la culpa a la primera persona que encontramos para no hacernos cargo de nuestros propios problemas. Auuushh eso duelo pero es una completa realidad y debemos reconocerla antes de que sea demasiado tarde y terminemos muestra película desliándonos hacia un piso probablemente sin matre y con una gran mancho de sangra en nuestro hermoso traje de cisne.

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